viernes, 15 de octubre de 2010

En el Especial del fin de semana "Eladia Blàzquez"

Eladia por Eladia

Nací artista. A los ochos años, ya era profesional. Cantaba, tocaba la guitarra y el piano de oído. Al poco tiempo comencé a componer, sin darle todavía demasiada importancia.
Llegando a mi juventud,
se perfiló la creación de una manera más contundente. Grabé en diferentes épocas y en diferentes géneros, pero no tanto, considerando que tengo alrededor de 300 temas propios. Pero sí, he contado con una gama diversa de intérpretes de primera línea. Como compuse canciones de muchos estilos, los intérpretes también lo fueron.

Primero la canción español luego fue la melódica y sudamericana; más tarde el folklore y finalmente el tango y la balada. Muchas veces me preguntaron, cómo se produce el hecho de la creación, en mi caso, o si tengo alguna fórmula para componer. No!. En absoluto. La creación es un estado mágico, una fuga de la realidad. Hay momentos en que la inspiración puede darse sin buscarla, pero no es lo más frecuente; lo común es sentarse a trabajar para obtener mejores resultados. Solo en dos oportunidades recuerdo que los temas brotaron como si me los dictaran, uno fue mi blues “Humo y alcohol” y el otro el tango “Sin piel”. En una carrera larga como la mía, es normal que haya conocido a muchas figuras, desde los comienzos. Cuando era niña no podía medir lo que ellos iban a llegar a ser, ni siquiera yo misma soñaba con llegar al 2000 actuando. Recuerdo el viejo patio de la casona donde funcionaba Radio Argentina, mis escapadas a la sala de ensayo para buscar melodías en el piano con mis dedos pequeños y recuerdo a un guapísimo jóven que me alzaba a cococho, porque le hacía gracia que siendo tan niña mostrara tanta vocación por la música; era Hugo del Carril.






Pero seguirá quedando en el misterio, mi vuelco al tango, siendo hija de inmigrantes, criada en las costumbres españolas, y nacida en el barrio sur de Avellaneda. Tal vez sea por todo ello. Nunca fui artista de grandes “booms”, ni de éxito fácil. Más bien todo lo contrario. Mi carrera se amasó en el esfuerzo. Pero me di cuenta que en el tiempo, es una condición para perdurar. Desde hace 25 años, vengo recibiendo premios y distinciones que mas allá del halago que me producen, marcan inexorablemente un largo camino recorrido.


No es mucho lo que grabé, si consideramos mi larga carrera. Porque aunque comencé siendo niña, no llegué al disco sino mucho más adelante. En aquellos tiempos, grabar era el resultado y no el punto de partida, como es ahora. Pasé por todos los sistemas mecánicos que se fueron imponiendo en el tiempo. Los primeros 78 (discos de pasta) se asocian en mi recuerdo a sevillanas, pasodobles y fandangos. Mis primeras creaciones autorales se remontan a ese tiempo. Pero nada de eso puede ser auditivamente rescatable.

Después vinieron los 45 y más tarde los 33 vinílicos, que se llamaban Long Play. Un día leí en una de esas revistas que canjean cosas, que un señor pedía y compraba discos míos de todas las épocas; me sentí prócer. El tiempo fue pasando y las modalidades técnicas también. Todavía puedo llegar a entrar en alguna forma más nueva que el C.D. Pero si bien mi discografía fue un poco salteada, hasta por los mismos cambios de género que hice, mi condición autoral hizo que contara con muchos e importantes intérpretes que registraron mi Obra y fueron dandole ese marco fundamental a mi carrera.

Aunque nací cantando, y la autora se dió después, siempre valoré mucho esto de ser autor, no simplemente cantautora, porque es como sentirse multiplicado en las voces de otros y acaso una manera mejor de perpetuarse.




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